El «síndrome Concorde» describe el fenómeno siguiente: llega un punto en que la tecnología se revuelve contra nosotros y complica los problemas –a menudo ficticios- que pretende resolver. Además muestra que una valoración precisa y desinteresada del coste/beneficio debería ser prioritaria antes de dar luz verde a las innovaciones tecnológicas, incluyendo, por supuesto, las sanitarias. Finalmente, el síndrome Concorde describe el hecho de que las innovaciones pueden tener efectos especialmente perjudiciales para aquellas personas que tienen alto poder adquisitivo o aquellas particularmente sensibles al discurso tecnopolitano. Las ventajas de la I+D de cara a la promoción social, académica y económica –en comparación con la asistencia y la docencia- hacen que los médicos en formación se miren al espejo tecnostar y traten de construir su carrera sobre bases que poco tienen que ver con las necesidades reales de la población.
El progreso, hoy, pasa por la precaución frente a los supuestos avances tecnológicos que encarecen enormemente la cirugía y que a menudo van ligados a personalismos y a los intereses económicos de la medicina privada y de la industria sanitaria. El progreso pasa por combatir los estilos de vida poco saludables que representan ya una amenaza más seria para la esperanza de vida que el propio cáncer. Tecnología o tecnolatría: ¿a dónde van los cirujanos?
Antonio Sitges-Serra; Cir Esp. 2012;90:156-61. - vol.90 núm 03
Vía Somos Medicina
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