27 oct 2011

Testimonios: Cierren los Ojos



Nuevamente tengo el enorme placer de poder compartirles un texto del Dr. Sebastián Gonzalez, en esta ocasión sobre la atención hospitalaria centrada en la familia.

Imperdible.






Rompo el silencio y les escribo de nuevo luego de un parate. Hoy les propongo el siguiente juego...

Imaginen la siguiente situación:

Son las tres de la tarde y están en el hospital de guardia. Suena el celular. Del otro lado del tubo, una persona les dice que su hijo sufrió un accidente de tránsito en el ómnibus en que viajaba al
colegio y que en esos momentos está siendo atendido en el hospital.
Cuando llegan al mismo, una persona les dice que su hijo está en la unidad de reanimación, pero que por el momento no pueden pasar porque está siendo atendido y deben aguardar en la sala de espera...

¿Qué hacen?
Yo traspasaría ese señor e iría tras mi niño a cualquier costo, se pare quien se me pare enfrente.
¿Como todos no? Ahora bien, ¿es lo que les permitimos a los padres hacer cuando estamos del otro lado? Bien sabemos que no.

Esta interesante dramatización, la viví en el Congreso Chileno de Pediatría del que regreso hoy día. Fue durante una charla del Profesor Javier González del Rey, jefe del departamento de emergencia del Hospital de Cincinnati quien nos propuso este juego mientras nos pedía
que cerráramos los ojos mientras él nos la planteaba.

Luego de la misma presentó una experiencia en su hospital que vienen llevando hace casi diez años... Lo que llaman la "atención centrada en la familia". Durante años la vienen practicando y analizando con todos los actores participantes.

Lo que proponen es un cambio en la manera en la atención a nuestro pacientes, y que las familias que atendemos dejen de tener una participación pasiva durante el proceso de internación. Los padres comenzaron a tener participación en el tipo de atención, esto es, se les preguntó que cosas podrían cambiar y de qué forma hacerlo. Luego se pusieron a trabajar.
Las visitas (el interno, el residente, el jefe de sala y una enfermera) son en la misma habitación. Se presentan los diagnósticos y dificultades actuales. Las indicaciones y los exámenes se escriben ahí mismo. De ser necesario el examen físico también. Se plantea la conducta a la familia y si surgen dudas o preguntas se evacuan. De ser posible también la medicación las da la madre, así luego el día del alta no recibe un resúmen de alta y cuatro mil recetas que no se
entienden, ni la madre sabe cómo darlas cuando llega a casa.
¿Acaso no será la madre quien seguirá el tratamiento? Tan sencillo como eso.

Quisieron terminar con eso de pasar visitas desde la otra parte del vidrio de la habitación como si fuera un zoológico, quisieron acabar con eso de que el residente cuente los pacientes en otra habitación a sus profesores y que vaya y vuelva tres veces por mañana entre una
cosa y la otra. No tantas clases magistrales acerca de los pacientes internados en grandes auditorios, sino la educación con el propio paciente y sus problemas.

Los resultados fueron sorprendentes tras estudiar el impacto de esta nueva forma de atención: la enorme mayoría de los padres prefieren que se pase visita en la cabecera del enfermo. Los residentes (luego de que fueran capacitados para con el nuevo tipo de visita), estaban más
cómodos. Sus tareas duraban menos y los pacientes los valoraban más como los médicos responsables de la atención de sus hijos. Enfermería se sintió mucho más partícipe todo el proceso y llamaban menos a los médicos durante el día por dudas en las indicaciones por ejemplo.
En cuanto a la atención durante las emergencias, siempre se les preguntó a los padres si querían ver las maniobras invasivas que se les practicaba a sus hijos. No obligarlos, sino darles la oportunidad de elegir. Las demandas por problemas médicolegales disminuyeron y la
comunicación mejoró notoriamente entre el equipo médico y los pacientes. hasta disminuyeron las punciones lumbares traumáticas porque los médicos se preocupaban más por una mejor sedoanalgesia para ese tipo de procedimientos...

Claro que todo es progresivo, pero por algo hay que empezar a cambiar.

No podemos seguir diez o más años detrás de los cambios. Si nos ponemos a hacer cuentas no es cuestión de recursos económicos, sino volver a poner nuestro sentido común en juego de una vez. Les acerco este artículo que preparó el grupo de Cincinnati donde muestran una
pizca de los que les hablo.

Cerremos los ojos, para abrirlos.

Saludos, Sebastián


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