Tengo el enorme agrado de compartir con ustedes esto que escribió el Dr. Sebastián Gonzalez, un residente de pediatría, que cada tanto nos deleita con alguna de estas joyitas por mail.
Para mí, un buen artículo es aquel que te hace pensar. Sea de medicina o no.
Las reglas académicas dicen que un artículo científico debe ser concreto, simple, regirse por ser conciso y sin dar mucho vuelo literario… Esto a mi me parece aburrido y no hace más que perpetuar el desinterés por lo científico, por el mismo conocimiento a fin de cuentas.
Y para que alguien se interese por algo debe sentirse atraído. Por la forma en que estén escritas, o por lo que lo hacen a uno pensar y cuestionar el mundo que nos rodea. Será eso lúdico que todos llevamos dentro, y que nos hace cuestionar y cuestionar nuestra los que nos toca vivir… La edad de los “porqué” que a algunos se nos hizo prolongada…
Este artículo que nos envió el Profe Díaz y que comparto, me hizo retrotraer a un salón perdido del Instituto de Higiene en donde nos daban las primeras armas en Bacteriología. El tema era “flora bacteriana”. Así como nos hizo sorprender a todos cuando tomaban un hisopo por nuestra nariz, lo metían en un agar, y todos atónitos a las 48 horas veíamos como crecían Estafilococos de nuestras narices, también rememoro que ante la afirmación de que la flora nuestra la adquiríamos durante el parto, yo le pregunté a la docente: ¿Y los que nacieron por cesárea como la obtienen? Muchas carraspeadas no lograron responder la pregunta que este artículo asoma contestar….
La teoría que se presenta, que hace ver a nuestros intestinos como un gran nicho de tolerancia genética e inmune y además pueda guardar la clave para entender la patología del asma por ejemplo, es impresionante… Ojalá la fisiología del intestino obtenga algún día el lugar que parece merecer y podamos descifrar muchas claves escondidas de las enfermedades que nos rodean.
Las placas de Peyer que nos mostraban por microscopio en aquellas aburridas clases de histología podrían esconder tesoros médicos, respuestas asombrosas…
En lo que toca a la neonatología parece ser crucial cuestionarse ciertas conductas que afectan nuestra flora bacteriana… Por ejemplo, la rutina de ponerles la cabeza bajo un chorro de agua para que queden más prolijos y bien peinaditos ni bien nacen… ¿Cuánta flora le sacamos ahí? ¿O se la cambiamos por la del agua de la canilla que los moja? Ni que hablar de la vía de parto como se muestra aquí… A partir de este artículo y todos los nuevos conocimientos que van apareciendo podríamos derivar por ejemplo, que una cesárea no indicada podría condenar a ese niño a usar unos cuantos frascos de Ventolín o a miles de unidades de insulina en su vida… Hoy día esta forma de pensar podría parecer un poco drástica, absurda y hasta paranoide…Pero eso sería HOY…
Una neonatóloga una vez me dijo: -“Lo que más me gusta de la neonatología es que hacemos medicina sobre una hoja en blanco, que cada cosa que hacemos o no hacemos puede determinar grandes cambios en la vida de una persona como ninguna otra especialidad”-…
Lectura como la de este artículo me reafirman esta enseñanza…
El artículo en cuestión es:
NEU J , Rushing J. Cesarean Versus Vaginal Delivery: Long-term Infant Outcomes and the Hygiene Hypothesis. Clin Perinatol. 2011;38:321-31.
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