Vimos el siguiente post en el blog Matasanos sobre las diferentes medidas de promoción de ciertas terapias, y lo compartimos.
Digamos que deberían ser de esas cosas de Lectura Obligatoria.
El sitio web de Public LIbrary of Science – Medicine, publicó el artículo “The Haunting of Medical Journals: How Ghostwriting Sold HRT“. O de como la industria farmacéutica popularizó la terapia hormonal de reemplazo con métodos poco éticos pero my frecuentes.
A estas alturas todos sabemos que la Terapia Hormonal de Reemplazo no es tan buena como se la pintaba en algún momento. Después del estudio WHI comenzó a aparecer la información acerca de que la terapia hormonal de reemplazo (THR) con estrógenos + progesterona aumentaba los riesgos de cancer de mama, AVE, demencia e incontincencia. Lo que no se sabía tan claramente era toda la maquinaria que había montado algunas empresas para fomentar la prescripción de estos medicamentos.
En un juicio contra la farmacéutica Wyett, se liberaron 1500 documentos que explican en detalle lo que esta compañía hizo. El artículo de PloS Medicine resume lo siguiente:
Planificación de publicaciones: básicamente la empresa contrataba a otra empresa de “comunicación y educación médica” para que escribieran artículos apoyando la THR. A su vez, esas empresas ubicaban a expertos en el tema para que ellos “firmaran” los artículos y los publicaran en una revista médica. Y no estamos hablando de revistas pequeñas, gigantes como el New England Journal of Medicine, JAMA, Nature Medicine, Annals of Internal Medicine y el Mismo Plos Medicine han sido afectados por estos escritores fantasmas. En los años en que Wyett trabajó con Write Design – una de estas empresas de comunicación y educación médica – se produjeron de esta forma más de 50 artículos originales, más de 50 abstracts en conferencias, suplementos, sets de diapositivas, entre otras. A 25 mil dólares cada publicación, estamos hablando de mucho dinero involucrado.
Promoción no regulada: en EE.UU. es ilegal promocionar fármacos para usos no aprobados por la FDA (pero se se pueden promocionar fármacos al público en general, para usos aprobados por la FDA, por eso no es infrecuente escuchar en la televisión avisos de drogas anticáncer o anticuarpos monoclonales, aunque parezca increíble ). Pero como los artículos en revistas médicas no se consideran publicidad, Wyett utilizó este mecanismo para “promocionar usos no autorizados por la FDA. Por ejemplo se escribieron artículos donde se “promocionaba” el uso de una THR específica para prevenir el Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, y hasta las arrugas.
Control de Autores: la empresa Write Design se dedicaba también a “manejar” las ediciones de los “autores” principales (que en el fondo sólo firmaban el artículo escrito por la empresa, a solicitud de la farmacéutica). Por ejemplo, sólo se incorporaban sus comentarios si es que no se alteraba la “idea original” del artículo.
Réplicas: una labor importante de Write Design era la de replicar a los artículos que aparecían en las revistas de especialidad. Por ejemplo, cuando apareció el estudio HERS, que desmentía el efecto protector de enfermedades cardiovasculares, empezaron a aparecer artículos que atacaban los hallazgos de dicho estudio. De igual manera, cuando apareció el estudio WHI, que de plano descartó los beneficios cardiovasculares, aparecieron numerosos artículos donde se reforzaba los beneficios de la THR en términos de calidad de vida. Esta estrategia, la re replicar a artículos científicos, se utilizó para apoyar usos cuya efectividad no estaba demostrada, para sobrevalorar los “efectos dañinos de la menopausia”, para desacreditar a competidores, entre otras prácticas.
Suplementos: los suplementos de revistas son, así como un suplemento de un periódico, una número especial que trata un tema en particular. Lo más atractivo de ellos para la industria es que no son revisados por pares y, por lo tanto, representan una oportunidad de entregar mensajes no filtrados ni editados. Esto ha sido ampliamente explotado por las empresas de “escritores fantasmas”. Asimismo, aprovechando el hecho de que los médicos en EE.UU. deben juntar un cierto número de créditos de educación continua, las compañías farmacéuticas agregaban un examen escrito para poder obtener dicho créditos que, por supuesto, reforzaba los mensajes de la empresa.
Lamentablemente queda claro que las empresas farmacéuticas han utilizado sin pudor las revistas médicas para diseminar su mensaje, ignorando la misión de dichas publicaciones de ser un medio para entregar información científica de calidad y abusando de la confianza que los profesionales de la salud tienen en ellas.
Finalmente, si bien cada vez hay más esfuerzos por transparentar la industria de las publicaciones biomédicas, no podemos dar por hecho que esto vaya a desaparecer. Esta es una razón más por la cual los profesionales de la salud debemos tener una sólida formación que nos permita distinguir entre la ciencia y la fantasía.
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