En primer lugar, la economía de la salud se convirtió en un instrumento para la política y gestión del sistema de salud, mejorando la calidad en la toma de decisiones. Como ya se mencionó, gobernar es establecer prioridades, y si se establecen de mejor forma, los beneficios son evidentes.
Esta disciplina además busca el logro de la eficiencia social como un mecanismo para alcanzar la equidad, mejora la asignación y distribución de recursos, brinda herramientas para fortalecer las políticas públicas activas. Por último, siempre es necesaria, pero aun más en tiempos de crisis.
Es importante crear liderazgos, profesionales, sociales y políticos, ya que es muy difícil cambiar estas crisis con números. Las crisis suelen llevarse también los liderazgos; pero en la medida que se logra convencer con argumentos técnicos al resto, sobre qué hacer en estos periodos, también es posible durante las crisis construir liderazgos mejores y de forma más rápida.
La economía de la salud tiene un gran futuro, ya que cualquiera sea la suerte de nuestro mundo, se vislumbran algunos desafíos centrales: la disminución de la inequidad y de la pobreza. También se observa que las políticas activas de salud tienen consecuencias muy directas, no solo mitigando el daño, sino generando mucha más equidad en las sociedades que es el drama de la gobernabilidad moderna. La democracia hoy no tiene enemigos, pero tiene descrédito al interior de ella. Esto es complicado, porque cuando la gente deja de creer, deja de ser solidaria, deja de pagar impuestos o deja de comprometerse con el futuro, deja de tener una idea común de sociedad. Y en ese sentido entonces, recuperar la equidad, distribuir salud, mejorar la asignación de los recursos, de manera tal que haya más y mejor salud, son elementos centrales de los desafíos contemporáneos de todas las sociedades.
Fuente: Sacado de por ahi
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