Ultimamente escribimos muy poco, poco tenemos para aportar, más que ser algo que le pueda dar difusión a ciertas joyitas.
Nos llegó otro de los aportes de Sebastián, esta vez, sin material de estudio adjunto, pero no menos importante.
Nuestras vidas son películas. Son obras cinematográficas (unos piensan que guionadas por seres superiores y otros autoguionadas), con todo lo que la palabra significa. Palabra parienta de cinemática, nuestras vidas son movimientos, un fotograma tras del otro que dibujan un continuo vaivén de imágenes, sensaciones y experiencias tan coloridas como se pueda... Nuestra sociedad prefiere vendernos imágenes, prefiere vendernos cosas partidas y
fraccionadas más nunca nos venderá un todo. Nuestro sistema de salud no nos vende un médico que atenderá al paciente como un todo. Porque no le sirve. Prefiere vendernos miles de médicos especialistas diversos que fraccionan al individuo como se puede fraccionar una máquina y lo vamos armando de a pedacitos. ¿Qué conviene más al sistema? ¿Que una persona pague un ticket único para ir con su médico de cabecera que lo examine una vez y lo derive como sumo a un especialista (si es que lo requiere) y que pida un par de estudios?... ¿O que ese mismo paciente pague 5 órdenes para repartir su mes entre un consultorio y otro, y pague 3 órdenes en cada uno de ellos por la batería de exámenes?
El sistema ha malcriado a la sociedad. Muchos generalistas se han dado por vencidos y por miedo a las querellas se han transformado en "repiteórdenes" y "paseaspecialistas"... Entre los estudiantes de medicina ya la cosa ha cambiado y de arranque muchos quieren de pique una especialidad. Antes siquiera de aprender el normal funcionamiento del cuerpo humano. Cuando los generalistas llaman a un especialista (sucede mucho en las internaciones) suelen haber peleas entre ambos porque el primero lo llama para una consulta y el segundo luego de dictar sentencia, no permite que se le cuestione... ¿y para qué me llamás entonces?... ¡Pues para que saques una foto pero que veas también la película! Si el generalista está viendo los días de evolución de un paciente internado y lo ve empeorando y llama al especialista para que lo ayude... éste tiene que creerle que lo ve mal y que por algo lo llama... No puede ser que ni se digne a examinar al al paciente algunas veces ni a creerle al colega que lo viene siguiendo a diario!
Es lamentable la degeneración que estamos viviendo. Ya no es el paciente el fraccionado sino nosotros mismos, los médicos quienes nos fraccionamos. También permitimos que sea injusta la tarifa que cobra un especialista desmedida con respecto a la mayoría. ¿Y eso? ¿Porque estudió un pedacito del cuerpo un poco más? A los propios internos (en el último año de carrera) les preguntamos ¿y? ¿qué vas a hacer ahora?... Como si no tuvieran otra chance.
Pensando en quijotadas podríamos volver a las bases y fomentar la vuelta a nuestros orígenes. Conozco médicos del interior de Montevideo (así llamo a los barrios periféricos montevideanos) y de otros departamentos que son excelentes generalistas y no estudiaron ninguna otra especialidad, pero tienen una capacidad de resolución diagnóstica y terapéutica asombrosa. Conozco médicos internistas que manejan mejor ciertas patologías que los mejores especialistas. La especialidad facilita el estudio pormenorizado de algunas enfermedades y es indudable que se necesitan. Ignorarlo sería una bobada. Pero es necesario que todos los dolores en el pecho los vea un cardiólogo? ¿Que toda tos vaya a un neumólogo, que toda diarrea la vea un gastroenterólogo y que todo parto lo atienda un neonatólogo? Seguro que no.
Se los dice un especialista.
Hasta pronto, Sebastián